I. Bizancio.
II. Fundación de Bizancio.
III. Períodos arcaico, clásico y helenístico de Bizancio.
IV. Período romano de Bizancio.
V. Bizancio después del Imperio bizantino.
VI. La España bizantina.
IX. Ubicación del Arte Bizantino.
X. Características del Arte Bizantino.
XI. Pintura y Mosaicos Bizantinos.
1. Principales técnicas de la pintura Bizantina.
XII. Arquitectura Bizantina.
1. Períodos de la arquitectura bizantina.
2. Características de la arquitectura bizantina.
- Evolución estructural.
Iglesias de planta central
Iglesias de cruz griega inscrita en un cuadrado
- Influencias de otros estilos
La influencia armenia
3. Ejemplos destacados:
- Constantinopla
Iglesia de los Santos Sergio y Baco
Iglesia de Santa Irene
Iglesia de Santa Sofía
Iglesia de los Santos Apóstoles
- Italia
Rávena
· Mausoleo de Gala Placidia
· San Vidal
· San Apolinar in Classe
· San Apolinar Nuevo
Venecia
· Basílica de San Marcos
Rusia
4. La herencia de la arquitectura bizantina
XIII. Escultura Bizantina.
1. Períodos históricos
XIV. Música en el Imperio Bizantino.
XV. Principales representantes del Arte Bizantino.
I. Bizancio:
Bizancio fue una ciudad griega, capital de Tracia, situada a la entrada del estrecho del Bósforo; sobre una parte de la actual ciudad de Estambul, y que ha ocupado un lugar destacado en la historia desde su fundación.
Bizancio fue una colonia griega desde la antigüedad. Fue refundada por el emperador Constantino I 'El Grande' en el año 330, y renombrada Nova Roma, fue la capital y el centro de la cultura clásica del Imperio romano de Oriente o Imperio Bizantino.
II. Fundación de Bizancio.
III. Períodos arcaico, clásico y helenístico de Bizancio.
IV. Período romano de Bizancio.
V. Bizancio después del Imperio bizantino.
VI. La España bizantina.
1. Fuentes.
2. Contexto histórico.
2. Contexto histórico.
2.1. Los visigodos.
2.2. Los hispanorromanos.
3. Desarrollo de los hechos.
3.1. Conquista y establecimiento de la provincia.
3.2. La reconquista visigoda.
3.3. El fin de la provincia.
4. La extensión de la provincia.
5. Administración.
VII. Origen del Arte Bizantino.
VIII. Historia del Arte Bizantino.VII. Origen del Arte Bizantino.
IX. Ubicación del Arte Bizantino.
X. Características del Arte Bizantino.
XI. Pintura y Mosaicos Bizantinos.
1. Principales técnicas de la pintura Bizantina.
XII. Arquitectura Bizantina.
1. Períodos de la arquitectura bizantina.
2. Características de la arquitectura bizantina.
- Evolución estructural.
Iglesias de planta central
Iglesias de cruz griega inscrita en un cuadrado
- Influencias de otros estilos
La influencia armenia
3. Ejemplos destacados:
- Constantinopla
Iglesia de los Santos Sergio y Baco
Iglesia de Santa Irene
Iglesia de Santa Sofía
Iglesia de los Santos Apóstoles
- Italia
Rávena
· Mausoleo de Gala Placidia
· San Vidal
· San Apolinar in Classe
· San Apolinar Nuevo
Venecia
· Basílica de San Marcos
Rusia
4. La herencia de la arquitectura bizantina
XIII. Escultura Bizantina.
1. Períodos históricos
XIV. Música en el Imperio Bizantino.
XV. Principales representantes del Arte Bizantino.
I. Bizancio:
Bizancio fue una ciudad griega, capital de Tracia, situada a la entrada del estrecho del Bósforo; sobre una parte de la actual ciudad de Estambul, y que ha ocupado un lugar destacado en la historia desde su fundación.
Bizancio fue una colonia griega desde la antigüedad. Fue refundada por el emperador Constantino I 'El Grande' en el año 330, y renombrada Nova Roma, fue la capital y el centro de la cultura clásica del Imperio romano de Oriente o Imperio Bizantino.
Durante diez siglos (V-XV) resistió todos las tentativas de conquista de sus diferentes enemigos, hasta su caída en manos de los turcos otomanos el 29 de mayo de 1453, lo que marcó su fin de ciudad greco-romana e inició el de ciudad otomana, con el nombre de Estambul.
Se encontraba en un lugar estratégico, desde donde se podía controlar la navegación entre Europa Oriental, los Balcanes, el mar Egeo y el norte de África, incluyendo a Egipto y Asia Menor. Según Polibio, la ubicación por tierra no era tan favorable, pero por el mar controlaban la entrada al Ponto Euxino, por lo que nadie podía pasar sin su consentimiento.
En la zona del Ponto se comerciaba con esclavos y era rica en artículos de primera necesidad como ganados y otras mercaderías de primera calidad como miel, cera y salazones de pescado, además de gran variedad de vinos y trigo.
II. Fundación de Bizancio:
La mayor parte de las fuentes atribuyen la fundación de Bizancio a Bizas (también llamado Bizante) que, según Esteban de Bizancio, era hijo de la ninfa Ceróesa, hija de Ío y de Poseidón. Está generalmente admitido que la ciudad era una colonia de la ciudad griega de Megara, pero nada indica que el contingente de oikistes (fundadores) no hubiera estado compuesto también por colonos de otras ciudades. Eusebio de Cesárea adelanta una fecha precisa para la fundación de Bizancio: «el tercer año de la trigésima olimpiada», lo que corresponde al año 667 a. C., pocos años después que la vecina ciudad de Calcedonia.
En el lugar donde se fundó había una ciudad llamada Ligos. En el 628 a. C., se amplió la colonia con megarenses dirigidos por Zeuxipo. La ciudad tuvo a Hera como diosa tutelar. Se cree que inicialmente fue regida por una monarquía que dio paso a un gobierno aristocrático. Los habitantes originales, los bitinios, quedaron convertidos en esclavos.
Veleyo Patérculo atribuye la fundación de la ciudad a los milesios y Amiano Marcelino a los habitantes del Ática. Estas dos últimas explicaciones no son muy aceptadas. La utilización del dialecto dórico, la presencia de divinidades comunes, así como la iconografía de los tipos monetales en uso en la ciudad del Bósforo -muy parecidas a la iconografía megarense- avala la hipótesis de Megara como ciudad fundadora.
III. Períodos arcaico, clásico y helenístico de bizancio:
Bizancio producía gran cantidad de cereales y de frutos. Según Polibio, Grecia obtenía de Bizancio cuero, esclavos, miel, cera y salazones, y le daba a cambio aceite y vino. A pesar de esta prosperidad, estaba rodeada de tribus tracias enemigas y expuesta incesantemente a sus incursiones. Su territorio era asolado y los productos de su tierra destruidos o saqueados por los bárbaros, cuya tribu de los Astes tenían su base en Bizye (la actual Vice, en la provincia turca de Kirklareli).
Aunque situada en medio de los bárbaros, Bizancio era considerado griega, por su origen y sus costumbres. Era una de las ciudades helénicas del Helesponto. Su envidiable situación a la entrada del Bósforo, del que era la llave, le confería el papel de almacén del mundo griego, pues era una etapa ineludible para las naves cargadas de trigo del Ponto Euxino.
Su función de cerrojo del Bósforo -y por extensión, de la ruta del trigo póntico- explica que Atenas y Esparta se disputaran su alianza, y que los príncipes que querían debilitar a estas potencias y ejercer una influencia sobre Grecia, trataran de asegurarse su posesión. Bizancio, cuya historia es menos conocida que otras pequeñas polis de la Antigua Grecia, poseyó, no obstante, un gran papel político en el siglo IV a. C.
Bizancio fue tomada por Otanes, uno de los generales de Darío I. En el 499 a. C., se unió a la revuelta jónica y, cuando en el verano del 493 a. C., la flota fenicia del rey persa se presentó ante la ciudad, los bizantinos huyeron a Mesembria.
El general espartano Pausanias se adueñó de la ciudad después del asedio de Sesto en el 478 a. C. pero algunos años después Cimón de Atenas obligó a Pausanias a abandonar Bizancio.
En el 446-445 a. C., pagaba un tributo de 15,7 talentos a la liga de Delos. En el 440 a. C., los bizantinos y los samios se rebelaron contra Atenas, pero fueron sometidos.
En el 416 a. C. se unieron a los calcedonios e hicieron una expedición militar en Bitinia. Diodoro Sículo describe que durante la misma se llevaron a cabo actos de gran crueldad.
A lo largo de la guerra del Peloponeso, Bizancio fue presa de las dos facciones que sostenían los intereses de Esparta y de Atenas, y sometida con las otras ciudades del Helesponto, por turno, a la influencia de estas potencias victoriosas.
Tras la llegada de naves espartanas, Bizancio se sublevó contra la Liga de Delos en el 411 a. C., y se alió con los espartanos. Los atenienses, bajo el mando de Alcibíades la asediaron en 408 a. C. (Sitio de Bizancio (408 a. C.)), y finalmente la tomaron aprovechando la ausencia del comandante espartano Clearco, momento en el que Cidón, un bizantino que no quería ver a los suyos morir de hambre, abrió las puertas a los asediantes. Así Bizancio retornó a su estatus de ciudad tributaria-aliada de Atenas.
Los atenienses fueron expulsados en el 405 a. C., después de la batalla de Egospótamos y la toma de Atenas, que pusieron fin a la guerra de Peloponeso. Fue forzada por el espartano Lisandro a expulsar a la guarnición ateniense, y de recibir, como todas las ciudades de Grecia, un comandante lacedemonio o harmosta, e investido a la vez de la autoridad civil y militar. Lisandro, pues, estableció una guarnición dirigida por el harmosta Estenelao.
Cleandro era el harmosta de Bizancio cuando los Diez Mil que eran voluntarios al servicio de Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes II, habiendo atravesado, tras mil peligros, una parte de Asia bajo el mando de Jenofonte, llegaron a las costas de Bitinia, frente a Bizancio. Quirísofo, comandante en jefe de los Diez mil, fue a Bizancio para conseguir barcos.
Anaxibio, navarca de la flota lacedemonia, a petición de Artajerjes, había invitado a los expedicionarios a cruzar el estrecho del Bósforo, prometiendoles la soldada que se les debía, así como víveres cuando estuvieran en Bizancio; pero cuando estaban cerca, hizo cerrar las puertas de la ciudad. Irritados por esta perfidia, los griegos rompieron las puertas y entraron en Bizancio. Sólo Jenofonte la salvó del pillaje y resistió a aquéllos que lo presionaban para tomar posesión de Bizancio y de sus riquezas.
En el 390 a. C. volvió a manos atenienses: Trasíbulo cambió el gobierno de la ciudad de una oligarquía a una democracia.
En el 363 a. C. fue visitada por una flota tebana dirigida por Epaminondas, que consiguió así entablar amistad con Bizancio y otras ciudades que hasta entonces eran aliadas de Atenas.
Durante la Guerra Social, Bizancio, Rodas y Quíos se unieron a la isla de Cos y a Mausolo, rey de Caria, en su enfrentamiento contra Atenas. El general ateniense Cares, que se había hecho con el control total de la flota ateniense, se retiró al Helesponto para iniciar las operaciones contra Bizancio. Los generales Timoteo, Hipócrates y el hijo de éste, Menesteo fueron enviados a ayudarle durante la batalla naval que se preveía contra la flota del enemigo. Timoteo e Hipócrates no entablaron batalla debido a un vendaval, pero Cares sí y perdió casi toda la flota (357 a. C.). Atenas, a raíz de esto, se vio obligada a reconocer su independencia en el 355 a. C.
En el 340 a. C., Filipo, rey de Macedonia, que pretendía la hegemonía sobre todas las polis griegas la asedió. El estratego ateniense, Demóstenes envió socorro a los asediados. La flota ateniense y de sus aliados, dirigida nuevamente por Cares, se encontró con el navarca Amintas y los macedonios y fue derrotada. Cares fue sustituido por el general ateniense Foción, y Filipo, después de una largo asedio, fue obligado por Foción a batirse en retirada el año siguiente. Durante este asedio se forjó la leyenda de la intercesión de Hécate Fósforos, que agitó las antorchas en medio de la noche, y descubrió a las tropas de Filipo. Despertados por los ladridos de los perros de la ciudad, que reaccionaron ante el prodigio, los soldados de Bizancio se defendieron entonces victoriosamente contra el ataque macedonio.
En recuerdo de esto, se levantó un monumento; el símbolo de la ciudad desde aquella época fue la media luna, que aparecía en sus monedas y que en el siglo XV fue adoptado como emblema por los otomanos, y que probablemente fue en recuerdo de dicho acontecimiento. Para pagar la ayuda de Atenas, los habitantes de Bizancio y de Perinto, concedieron a los atenienses el privilegio de precedencia en los juegos y en las ceremonias (excluidas las religiosas) y se erigieron estatuas.
(El águila con dos cabezas era el símbolo de alivio del Imperio Bizantino o Imperio romano de Oriente en Atenas).
Entre el 336 a. C. y 323 a. C. estuvo en manos de los macedonios, durante el reinado de Alejandro Magno. Después de éste, la ciudad recuperó cierta independencia. En los años siguientes, los bizantinos combatieron a los tracios, a los que no pudieron dominar ni por las armas ni pagando tributo.
En 279 a. C., una invasión celta de los Balcanes, que había penetrado hasta Tracia bajo el mando de Comontorio, se estableció en los alrededores de Bizancio y sometió a sus habitantes a medidas extremas. Para rescatar sus tierras de los estragos a los que les amenazaban los bárbaros, impusieron un tributo a Bizancio anual en monedas de oro, que se fue incrementando y finalmente se fijó en 80 talentos, hasta que los gálatas fueron exterminados por los tracios.
Para pagar dicha cantidad, Bizancio hubo de imponer un derecho de paso por el Bósforo, lo que provocó la guerra con Rodas (consignada por Polibio), guerra en la que Bizancio fue aliada de Pérgamo, mientras que Bitinia lo fue de Rodas; los bizantinos apoyaron a Tibetes, un tío de Prusias I de Bitinia, que reclamó el trono; pero Prusias se apoderó de las posesiones de Bizancio en la costa asiática, mientras que los tracios continuaron presionando en la parte europea; la paz se firmó en el 219 a. C. con la mediación del rey gálata Cávaro, y fue desfavorable para Bizancio.
IV. Período romano de Bizancio:
Bizancio sufrió, como toda la Grecia, la tutela de Roma. La ciudad entró entonces en cierta decadencia, a pesar de que el tema de la pobreza de las ciudades griegas de Asia en esta época era un tópico.
Durante las guerras macedónicas, entre Roma y Filipo V, los romanos otorgaron a Bizancio el título de ciudad confederada, por su ayuda.
Bizancio apeló a Roma para solucionar disputas internas, y los romanos enviaron a Pisón, más bien como conquistador que como aliado. En el año 191 a. C. la ciudad pasó a ser aliada de Roma, que la reconoció como ciudad libre, aunque posteriormente perdió dicho estatus (100 a. C.).
El emperador Claudio (10 - 54 a. C.) rebajó temporalmente el tributo de la ciudad por las pérdidas de esta en la guerra contra los tracios. Vespasiano (9-79) la incorporó a la provincia romana de Tracia.
El período antonino constituyó una época de apogeo económico, aunque la ciudad no recobró su pasado esplendor. La correspondencia de Trajano (53-117 a. C.) con Plinio el Joven, parece describir una ciudad desarrollada, cosmopolita, por la multitud de viajeros quienes se apretaban en los puertos y en los mercados. La ausencia de muchas ciudades importantes en Tracia justificó, probablemente, la política de los emperadores del siglo II. que aspiraban a urbanizar el interior de esta provincia considerada muy vasta y sobre todo salvaje. Vieja fundación griega, Bizancio apareció entonces como uno de los polos de helenismo local (con Perinto, sobre todo). Así es como los emperadores parece que velaron por la prosperidad de estas ciudades litorales en el siglo II.
Todo cambió, como consecuencia de la guerra civil que estalló tras el asesinato de Cómodo en el 192. En esta época, Bizancio se vio envuelta en la disputa entre el emperador romano Lucio Septimio Severo y Cayo Pescenio Níger, tomando partido por este último. Debido a esto, Severo sitió la ciudad, donde resistían los partidarios de Níger. Después de un asedio de tres años, memorable por la habilidad y la tenacidad del ataque, y sobre todo por la defensa, los bizantinos se rindieron. El vencedor, irritado, hizo masacrar a la guarnición y a los magistrados, saqueó y destruyó sus murallas y desmanteló la ciudad, la despojó de todos sus privilegios y dejó de tener un gobierno local; la dejó en el estado de una simple aldea, sometiéndose, con todos sus territorios, a la ciudad vecina y rival de Perinto, su metrópolis hasta Constantino.
Severo dejó Bizancio en tal estado de ruina y de desolación que según Dion Casio, historiador contemporáneo que la visitó en esa época, se habría podido pensar que había sido tomada no por los romanos, sino por los bárbaros.
Sin embargo, poco tiempo después el propio Severo, suavizó el castigo a instancias de su hijo Caracalla. La hizo reconstruir en gran parte, la embelleció con termas, pórticos y otros edificios y le dio el nombre de 'Augusta Antonina en honor de Caracalla. Caracalla restauró los derechos de la ciudad y de sus habitantes. El nuevo nombre no tuvo éxito y en cuanto Caracalla murió, la ciudad retomó su nombre original.
El papel de la ciudad se rodea de misterio durante el episodio de las incursiones godas (desde 238). Despojada de sus célebres murallas desde 196, Bizancio estaba sin defensa contra las expediciones de los bárbaros llegados por Tracia y por el Bósforo. Sin embargo, fue poco o nada golpeada por estas razzias, al contrario que muchas ciudades de la Propóntide. De hecho, se piensa que la ciudad concluyó algún acuerdo con los invasores.
La ciudad se encontró a menudo, en el camino de las diversas expediciones contra los partos, después contra sus sucesores, los persas, dirigidas por los emperadores. Conservó su privilegio de acuñación monetaria hasta el reinado de Galieno (253-260), quien se lo quitó lo mismo que a otras ciudades. Este privilegio, mucho tiempo conservado, testimonia cierta importancia de la ciudad.
Después fue reconstruida de nuevo, pero en 262 el emperador Galieno se volvió a ensañar con la ciudad. Ordenó una matanza de ciudadanos y todas las familias antiguas desaparecieron, excepto las que no se encontraban en la ciudad. Fue reconstruida poco tiempo después.
Bajo el sucesor de Galieno, Claudio II (emperador que gobernó sólo del 268-270), los bizantinos lucharon contra los godos.
Puesta en juego en las luchas entre los tetrarcas, que siguieron a la abdicación (305) de Diocleciano, se reforzaron las murallas de Bizancio y ésta tomó partido, sucesivamente por Maximino Daya (308-313) y el de Licinio (308-324), quien se retiró allí después de la batalla de Adrianópolis y fue asediado por Constantino hasta que la ciudad se rindió.
Así, en el año 324 Constantino, el emperador que refundaría la ciudad de Constantinopla, vence al coemperador romano Licinio (Flavio Valerio Licinio Liciniano 250-325), transformándose en el hombre más poderoso del Imperio Romano y quedando como único emperador. En ese contexto decidió convertir la ciudad de Bizancio en la capital del Imperio, comenzando los trabajos para embellecer, recrear y proteger la ciudad. Para ello utilizó más de cuarenta mil trabajadores, la mayoría esclavos godos.
De este modo Bizancio fue incluida en el proyecto de reajuste geográfico del imperio concretado por él. Entre 324 y 330, éste dio carta blanca a sus equipos de arquitectos y de decoradores para embellecer la vieja ciudad griega y darle el rango de residencia imperial. La ciudad fue adornada con numerosas obras de arte, seleccionadas y enviadas desde todas las provincias del imperio.
El 11 de mayo de 330, se celebró la ceremonia que ratificó la creación de la ciudad de Constantino: Constantinopla.
V. Bizancio después del Imperio bizantino:
El Imperio bizantino gozó de una gran prosperidad económica, gracias a una floreciente agricultura y a la vitalidad del comercio mediterráneo.
Es a partir de Hieronymus Wolf (1557), cuando comienza a hablarse de la «historia del Imperio bizantino» y de los «bizantinos» para designar al Imperio romano de Oriente, y a sus habitantes después del 330.
Los interesados nunca habrían soñado con llamarse así ellos mismos. El término bizantino es una invención de la historiografía humanista occidental y cristiana, que se sentía comprometida en la rehabilitación de los valores filosóficos de la Antigüedad, y que, no pudiendo tener éxito directamente frente al dogmatismo de la Iglesia católica, se aferró al césaro-papismo de Bizancio. Esta terminología no se impuso hasta el siglo XVII. Recordemos que Montesquieu, por ejemplo, la empleaba.
En cuanto a la capital del imperio, se llamaba oficialmente Constantinopla, pero sus habitantes decían sencillamente «polis», de donde procede el nombre turco «Istanbul», deformación de «eis tên polin» (= en la ciudad). Los eslavos, que le admiraban su grandeza, la llamaban «Tsarigrad».
VI. La España bizantina:
La provincia de Spania fue una provincia del Imperio bizantino entre los siglos VI y VII.
La provincia, la más occidental de cuantas constituyeron el Imperio a lo largo de su historia, se formó como parte de las campañas militares de Justiniano I el Grande en sus esfuerzos por restaurar el Imperio romano de Occidente.
Su territorio incluía una zona de la península ibérica arrebatada al reino visigodo, que había formado parte del desaparecido reino vándalo. La ciudad de Septem (actual Ceuta), aunque también perteneció al reino visigodo, fue incluida en la provincia de Mauritania Secunda.
1. Fuentes:
Las fuentes documentales sobre la España bizantina son muy escasas y fragmentarias. Como consecuencia de dicha escasez, es poca la información que se conoce con seguridad y muchos aspectos fundamentales no han quedado establecidos y siguen siendo objeto de especulación: la fecha y lugar del desembarco bizantino, el tamaño de la fuerza expedicionaria, la capital de la provincia, la extensión de la misma, la situación de la ceca bizantina, la fecha de la definitiva expulsión, etc. Todos estos aspectos y otros muchos siguen abiertos a la discusión histórica.
Ni un solo autor bizantino escribió sobre la conquista. De los grandes cronistas de la época, Procopio de Cesarea termina su relato de las guerras de Justiniano en el mismo año en que la expedición bizantina se hizo a la mar; y Jordanes, en su Getica, solamente informa de que una flota está preparándose y de quién es su comandante. Este silencio es especialmente decepcionante por la gran calidad y detalle del relato que se ha conservado sobre las otras guerras de expansión de Justiniano.
El único relato continuo de la España visigoda en el periodo 507-568 es la Historia Gothorum (Historia de los godos) de Isidoro de Sevilla, a la que Thompson califica de «panegírico de los godos» e «indigna de haber sido escrita por el famoso sabio». En ella los hechos figuran sin cronología ni contexto y con escasos comentarios.
Para el periodo 567-590 se dispone de la extraordinaria crónica escrita por Juan de Biclaro. Esta crónica se centra en el reino visigodo y solamente trata de la provincia bizantina en cuanto objeto de las campañas militares de los visigodos.
A partir de 590 la fuente casi única vuelve a ser el deficiente relato de Isidoro de Sevilla.
En cuanto a las fuentes arqueológicas, también son muy escasas. Ver la sección Arqueología.
2. Contexto histórico:
2.1 Los visigodos:
Los visigodos eran un pueblo germánico originario de Gotland, en la actual Suecia, que en el marco de las invasiones bárbaras penetraron en el Imperio romano a finales del siglo IV y tras diversas vicisitudes, en el año 418 se instalaron en la provincia de Aquitania Secunda, en la costa occidental de la Galia, en calidad de foederati del Imperio.
Entre las funciones asignadas a los visigodos estaba el mantenimiento de la pax romana en Hispania, amenazada por otros pueblos bárbaros y por frecuentes revueltas campesinas conocidas como bagaudas.
Con ese título, los visigodos fueron penetrando en Hispania, y a finales del siglo V, ya desaparecido el Imperio romano de Occidente y convertidos en reino, alcanzaron su máxima expansión. En ese momento formaban la mayor unidad política de Europa Occidental, que abarcaba desde la margen sur del río Loira al estrecho de Gibraltar, con la única excepción de Gallaecia y las montañas vascas.
En 507, los visigodos sufrieron una desastrosa derrota en la batalla de Vouillé a manos de los francos y perdieron todas sus posesiones al norte de los Pirineos, excepto la Septimania. Como consecuencia, los visigodos emigraron masivamente a Hispania y trasladaron su capital a Toledo, intensificándose la germanización de la península ibérica, que hasta ese momento los visigodos habían considerado como unos dominios marginales y que a partir de Vouillé pasaron a ser la esencia de su reino.
Cuando se instalaron definitivamente en la península Ibérica, los visigodos eran el pueblo más romanizado de los germanos que habían entrado en el Imperio romano. Sin embargo, eran arrianos, es decir, herejes a ojos de sus súbditos hispanorromanos, y hablaban su propia lengua, el gótico.
Los visigodos constituían una pequeña minoría de la población y, a falta de estadísticas, se puede afirmar que eran superados por sus súbditos hispanorromanos en una proporción de 10 a 1.
2.2 Los hispanorromanos:
Los hispanorromanos eran los habitantes indígenas de Hispania que, tras siglos de dominación romana, habían adoptado la cultura romana. La romanización de Hispania fue muy profunda, debido a su temprana conquista.
Bajo la dominación visigoda se mantuvo la estructura administrativa romana: división provincial, gobernadores con sus consejos, tribunales, derecho romano, impuestos, etc.
Al parecer, la población romana, o al menos la minoría educada, tenía una gran conciencia de nacionalidad frente a otras pueblos con los que estaban en contacto: griegos, godos, judíos, etc. Aunque existían diversas minorías religiosas (paganos, judíos, priscilianistas, etc.), la gran mayoría de los hispanorromanos eran católicos fieles a la ortodoxia de la Iglesia.
3. Desarrollo de los hechos:
3.1 Conquista de los hechos:
Ya hacia el año 546 un ejército bizantino había derrotado a Teudis en la disputa por Ceuta, que era una cabeza de puente importante para el plan del emperador bizantino Justiniano I de reconquistar Hispania, como había planeado tras la recuperación de las provincias del Antiguo Imperio romano de África (533) e Italia, conquistada a los ostrogodos en 554.
Según Isidoro de Sevilla, el año 552 se firmó un pacto entre el noble visigodo Atanagildo y Justiniano por el que el primero solicitaba ayuda militar para combatir a su rival, el rey visigodo Agila I. No está claro en que consistió el pacto, aunque es posible que se acordara la cesión de territorios costeros, que eran de alto interés político-económico para el imperio Bizantino.
Ese año tropas bizantinas desembarcaron en Carthago Nova (Cartagena), ocupando otras importantes ciudades costeras y continuando su avance hacia el interior.
La ocupación se vio favorecida por la debilidad política y económica de los visigodos en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética, que estaban dominadas mayoritariamente por terratenientes hispanorromanos hostiles a la dominación visigoda, y con una población fuertemente romanizada, siendo la ciudad de Corduba (Córdoba) un importante bastión de rebeldía.
Tras el fin de la conquista de Italia, Justiniano abordó una posible conquista de toda la península ibérica, para lo que envió refuerzos a sus bases en el litoral sudoriental de Hispania, desembarcando un notable contingente armado en Cartagena, que avanzó hasta Baza, y otro en Malaca, que se internó hasta Sevilla y quizá hasta Mérida. Sin embargo, Agila fue asesinado el 555, con lo que los visigodos se unieron en torno a Atanagildo y derrotaron al ejército bizantino, impidiendo que conectaran los dos cuerpos de ejército.
El rey visigodo obligó a los bizantinos a replegarse a las ciudades costeras ya conquistadas, donde se estableció la provincia bizantina de Spania, que comprendía también las Islas Baleares. Aunque no existen datos fiables sobre la organización de dichos territorios, existe cierto consenso acerca de que Cartagena, con el nombre de Carthago Spartaria, se convirtió en la capital de la provincia, y su administración correspondió a un magister militum Spaniae, con poder civil y militar. A partir de entonces se estableció una paz en la zona que se prolongó hasta la muerte del emperador Justiniano en 565.
3.2 La reconquista visigoda:
Las tropas bizantinas en Spania no eran muy numerosas, debido a las guerras que mantenía el Imperio bizantino en otras regiones. Esta escasez de tropas hizo que los bizantinos se fortificaran en las ciudades que habían ocupado, dejando el terreno abierto a los visigodos y comenzando así un período de esporádicas luchas, sin resultados para ambos bandos.
El emperador Justiniano I murió en 565 y el rey Atanagildo falleció en 567. Los sucedieron Justino II, sobrino del emperador, y el rey Liuva I, respectivamente. El rey Liuva I asoció al trono a su hermano Leovigildo y murió en 572, quedando Leovigildo como rey. Con él se inició el fin de la provincia de Spania. El reinado de este monarca estuvo lleno de conflictos militares, políticos y religiosos, que con gran habilidad logró superar, logrando además conquistar una buena parte de la provincia de Spania.
Desde el 565, Atanagildo y sus sucesores, Liuva I y Leovigildo, fueron acosando con sucesivas campañas al poder bizantino, que se vio finalmente relegado a las ciudades del litoral. A finales del reinado de Recaredo, en los últimos años del siglo VI, los visigodos sufrieron algunas derrotas, según testimonio de Isidoro de Sevilla, y Bizancio consiguió tomar otras plazas interiores, quizá en la actual provincia de Almería y región de Murcia.
3.3 El fin de la provincia:
Sin embargo, en el balance de ininterrumpidas campañas que se sucedieron desde el reinado de Witerico (603-610), la provincia imperial bizantina fue perdiendo terreno progresivamente.
Su sucesor visigodo, Gundemaro, atacó también a Bizancio durante su breve reinado, sin mucha fortuna.
Sisebuto, rey desde 611, emprendió dos campañas con resultados favorables; al parecer, cayó Málaga, pues en el II Concilio Visigodo de Sevilla, celebrado en 619, estuvo presente el obispo de la importante ciudad costera. Al año siguiente fue destruida Cartagena y esta ya no recuperaría su obispado visigodo.
El inicial apoyo de los hispanorromanos al Imperio bizantino se fue volcando hacia los siguientes reyes visigodos, ya convertidos al catolicismo desde 589, apurando de esta forma la conquista de territorios de la provincia de Spania hasta el año 624, cuando durante los reinados del visigodo Suintila y del emperador Heraclio los bizantinos abandonan definitivamente sus últimos establecimientos en las ciudades de la zona del estrecho que aún conservaban.
4. La extensión de la provincia:
La extensión territorial de la provincia bizantina es uno de los puntos que permanecen sin esclarecer. Existe evidencia de la ocupación de Malaca y Carthago Spartaria, las actuales Málaga y Cartagena. También se sabe que Asidona (Medina Sidonia) y Sagontia fueron recuperadas por los visigodos de manos bizantinas. Respecto a Basti (Baza), Juan de Biclaro afirma que Leovigildo «devastó lugares que pertenecían a las ciudades de Baza y Málaga, tras rechazar a los soldados bizantinos», lo cual se interpreta como que Leovigildo devastó el territorium de ambas ciudades que estaban ocupadas por los bizantinos.
Así, las únicas ciudades de cuya ocupación por tropas bizantinas estamos seguros son las mencionadas Malaca (Málaga), Carthago Spartaria (Cartagena), Asidona (Medina Sidonia), Sagontia (Gigonza) y Basti (Baza).
Las tropas de Justiniano ocuparon una parte importante de las provincias de la Bética y la Carthaginense y no hay duda de que controlaron toda la costa comprendida entre Cartagena y la desembocadura del Guadalete. La parte más discutida es la extensión de la provincia hacia el interior. Un punto clave de la discusión es la ocupación de Corduba (Córdoba). Como hemos visto, la ciudad estaba en rebeldía contra Agila y muchos historiadores dan por hecho su ocupación por las tropas de Justiniano e incluso algunos la han considerado la primera capital de la provincia bizantina.
De acuerdo con esta falta de evidencia histórica, cada autor nos ofrece su propia interpretación de la extensión de la zona ocupada por los bizantinos. Así, Orlandis Rovira (1988) considera que la franja costera ocupada estaba «comprendida entre la desembocadura del Guadalete y el norte de Cartagena», mientras que da como improbable la posible ocupación de Córdoba y Sevilla por tropas imperiales. Norwich (1990) dice que controlaron toda el área al sur de una línea imaginaria entre Gades (Cádiz) y Valentia (Valencia) y da por hecho que esto incluye la ocupación de Corduba (Córdoba). García de Cortázar Ruiz de Aguirre (2005) muestra un mapa (ver ilustración) en el que la zona costera ocupada se extiende aproximadamente entre las actuales Portimão (en el Algarve portugués) y Alicante, mientras que hacia el interior incluye Corduba (Córdoba) e Hispalis (Sevilla).
5. Administración:
La ciudad de Carthago Nova (Cartagena), que había sido saqueada y destruida por los vándalos en 425, fue reconstruida, reamurallada, renombrada como Carthago Spartaria, o Justina, y designada como capital provincial.
Principal testimonio de la reconstrucción de la ciudad es la lápida de Comenciolo que se colocó sobre las puertas de la entrada a la ciudad y que en la actualidad se encuentra en el museo arqueológico de Cartagena. La ciudad fue puesta bajo mandato de un gobernador que aparece en el texto llamado Comenciolo y designado como magister militum Spaniae. La inscripción data de entre el 1 de septiembre de 589 y el 13 de agosto de 590.
VII. Origen del Arte Bizantino:
El arte bizantino proviene de la sucesión del arte paleocristiano, cuya ubicación se centraba en el Imperio del Oriente durante la finalización de su división en el siglo IV. Este arte se expande hasta llegar al siglo XV, años en los que ocurría la toma de Constantinopla a mano de los musulmanes.
En resumen, el origen y expansión del arte bizantino ocurre durante los siglos IV y XV después de Cristo.
Se desarrolla en tres tipos diferentes de etapas:
- I Edad de Oro (s. IV-IX): Este movimiento comienza como continuación del Arte Romano, por lo tanto se le bautizó como 'Nea-Roma', ya que desea repetir todas las características del Arte Romano. Durante el siglo V el Arte Bizantino obtiene contribución por el Arte Cristiano Oriental, quién otorga el núcleo para que brille durante esta época. En el siglo VI se gana el título como el movimiento artístico más importante de la época, cabe destacar que durante el reinado del Emperador Justiniano dió su apoyo para comenzar la construcción de obras alrededor del Imperio de Oriente. Cuando fallece el emperador Justiniano, se ve en decadencia la economía en el Imperio, por lo tanto esto causa un gran desinterés hacia el arte.
- Época Iconoclasta (s. IX-XI): se sigue desarrollando la terrible crisis en Bizancio, cuyos problemas ya se habían comenzado a efectuar durante el siglo VIII, la cual obtendrá un gran paso del radicalismo religioso. Comienzan a jugar un importante papel las obras y esculturas cuyas representaciones contengan relaciones con identidades humanas y religiosas. Durante esta época se observa la devastación de las imágenes del Arte Bizantino usadas durante los siglos pasados.
- II Edad de Oro (s. XI-XV): Cabe destacar que mientras se desarrolla esta etapa ya se estaba ejecutando el movimiento del Renacimiento Macedónico. En ésta época el Arte Bizantino comienza a ser más independiente, marcando sus propias características y delimitando las semejanzas con el Arte Romano. Constantinopla junto con Grecia fueron los principales lugares desarrolladores del movimiento artístico bizantino durante su tercera etapa, mientras que este continuaba con su expansión hacia los países de Armenia, Italia y Rusia. Por otra parte, el Arte Bizantino llega a la ciudad de Venecia ubicada en Italia. El Arte Bizantino tuvo un gran impacto en el Imperio Bizantino.
VIII. Historia del Arte Bizantino:
La historia del arte bizantino comienza a toma rumbo en el año 395 tras la muerte de Teodosio, emperador del antiguo imperio romano, el cual trajo como consecuencia una división, dejando así, el imperio del Occidente y el imperio del Oriente.
Los dos hijos de Teodosio se quedaron a cargo de ambos imperios, arrogando como resultado final que Acadio se encargue el imperio oriental, cuya capital era la famosa Constantinopla mientras que su hermano Honorio se quedaba con la parte occidental, cuya capital era Rávena.
Cabe destacar que la decisión de una división dentro del imperio romano no fue tomada arbitrariamente. Antes de realizar esta distribución del imperio romano, se podía notar que existía una gran diferencia entre la economía, sociedad y lengua entre la zona occidental y oriental, siendo esta última predominantemente griega.
Luego de que los bárbaros invadieran el Imperio Romano del Occidente y lograran la caída de este en el año 476, esta parte occidental se distribuye en lugares independientes de poder, bautizados con el nombre de Reinos Germánicos, dejando que el Imperio del Oriente fuera el último sucesor legítimo del inexistente y dividido Imperio Romano.
Al finalizar todos estos sucesos, el nombre del Imperio del Oriente pasó a ser Imperio Bizantino, por la razón de que la capital de cuyo imperio, Constantinopla, era un antiguo territorio perteneciente a una colonia griega fundada en el siglo VII, cuyo nombre que poseía en ese entonces era Bizancio.
El emperador romano Constantino I fundó una ciudad en la misma zona donde se ubicaba la antigua colonia griega y a la que bautizó con su propio nombre, Constantinopla, creando en esta ciudad importantes centros militares, políticos y religiosos en la parte oriental del antiguo Imperio Romano. Cuando ocurrió la división, la ciudad Constantinopla pasó a ser la capital del imperio del Oriente, la cual luego fue llamada como Imperio Bizantino.
Los bárbaros que anteriormente había invadido el Imperio Occidental Romano mantenían el pensamiento de que el emperador del Imperio Bizantino era la mayor autoridad política de la zona, por lo tanto, la relación que mantenían los reyes germánicos con su vecino, el emperador Acadio era de tipo sumisa.
El Imperio Bizantino, aún poseía la clásica característica de ser el mayor centro militar y político del oriente. A pesar de esto, el imperio sufrió varios ataques por parte de los bárbaros y lograban salir sin graves daños ya que fueron desviados hacia el occidente.
Las ideologías religiosas del Imperio romano del Oriente eran de que Cristo poseía naturaleza divina, por lo tanto, esto dio orígenes a diversos conflictos religiosos dentro del imperio, provocando así más divisiones dentro de esta misma.
Tras años de discutas y derrumbamientos en la sociedad ubicada en el interior del Imperio Bizantino, este llegó a su finalización en el año 518, cuando el emperador Justino I accedió al poder del trono y luego su sucesor Justiniano toma su puesto en el año 527, coincidiendo e influyendo de manera importante con el nacimiento de la primera etapa del arte bizantino, logrando así que la cultura del imperio se eleve y comience una nueva época de esplendor para todas las obras del arte bizantino.
IX. Ubicación del Arte Bizantino:
La ubicación del arte bizantino varía por todo el actual continente europeo, partiendo desde Constantinopla capital del Imperio del Oriente, también conocido por Imperio Bizantino, hasta llegar a su expansión hacia lugares importantes para la época como lo era Rávena, ubicado en Italia, parte de Rusia, por otra parte, también ocupa una gran porción del territorio de Armenia. Cabe resaltar que el arte bizantino también trazó su recorrido en Grecia, dejando una gran influencia para el estilo artístico de este país.
X. Características del Arte Bizantino:
- Una característica principal con la que cumplía era que fue un movimiento artístico en el cual se representaba un gran uso de variados colores plasmados en sus pinturas, esculturas y construcciones religiosas.
- Fue influenciada mediante la cultura oriental y grecorromana, destacando fundamentalmente a Siria y Asia, arrojando un resultado final de la combinación de estas dos culturas.
- Mantenía como tema principal el uso de ilustraciones e ideologías religiosas.
- Existe una gran diferencia entre el interior y el exterior de las estructuras bizantinas, ya que desde el exterior se podía observar el uso de materiales sencillos de la época como la piedra o el ladrillo, mientras que el interior se encontraba decorado con la orfebrería del Arte Bizantino.
XI. Pintura y Mosaicos Bizantinos:
La pintura del arte bizantino es la manifestación artística sucesora al arte paleocristiano la cual dio comienzo durante el siglo IV, coincidiendo con la época en la que el emperador Justiniano I se encontraba en el trono de uno de las resultantes divisiones del imperio romano, siendo más específicos en el imperio del oriente.
Cuando el arte bizantino se encontraba transitando su segunda etapa, se pudieron observar varias obras pictóricas destruidas por causa de la iconoclasia (la cual fue una etapa donde se vieron destrozadas varias obras de arte) ocurrido durante los siglos VIII y IX, por lo tanto, han sido pocos los ejemplos encontrados de la pintura bizantina.
Cabe destacar que la pintura tradicional rusa y otros tipos de pinturas ubicadas en variadas zonas del este de Europa (como por ejemplo los monasterios de Bucovina) son las sucesiones del arte bizantino, dejado a esta última como una gran influenciadora hacia otros artes.
De igual manera, podemos tomar ejemplos del continente africano, siendo más específicos con la pintura copta proveniente de Egipto y de la conocida pintura proveniente de Etiopía (ver cultura de Etiopía).
Volviendo al continente europeo, pero ahora partiendo del occidente podemos encontrar con que la pintura bizantina influenció de manera destacada a las obras pintorescas de los modelos de la pintura prerrománica, románica, etc.
Mediante las pinturas del arte bizantino se expresaba ideales religiosos, manteniendo como figura principal a Cristo ya que los habitantes de Constantinopla, ciudad donde se promueve este arte, se encontraban fuertemente aferrados a la creencia de un dios.
1. Principales técnicas de la pintura bizantina:
Mosaico: cuya realización era a base de pequeñas piezas de materiales sencillos de encontrar, como por ejemplo lo eran la piedra, cerámica o vidrios con diferentes formas y colores denominados teselas, unidos mediante un aglomerante para obtener como resultado final figuras decorativas geométricas o incluso abstractas.
Temple sobre tabla: elaboración de íconos. Los materiales que se usaban para ejecutar esta práctica de pintura era agua como disolvente de pintura, aglutinante (también denominado como temple o témpera) y grasa animal, también se utilizaba cualquier tipo de materia orgánica, como lo era el huevo, la glicerina, etc.
El fresco: era otra técnica empleada por los bizantinos en la cual se fundamentaba en esculpir una pintura sobre una base de madera, la cual se le realizaban dos capas resultantes de una mezcla entre agua, arena y cal. La primera capa era denominada el arricio, siendo esta la más espesa, ya que estaba con lo que estaba hecha esta capa era con hidróxido de calcio o también denominado como cal apagada, arena y agua proveniente de algún río. La segunda y última capa era mucho más fina que la anterior pero lo que diferencia a estas dos era de que esta estaba hecha con una mezcla de cal apagada, agua y polvo de mármol.
No está demás mencionar que existen testimonios basados en la teoría de que los practicantes del arte bizantino también manejaban el uso de tapicería y seda.
Una de las características principales por la cual se podía diferenciar un mosaico a una pintura del arte bizantino es que al realizar una pintura se observaba a simple vista la abundante decoración con el manejo de materiales costosos, como lo era el oro.
Por otra parte, otro rasgo de la pintura bizantina es que los personajes plasmados se observaban dibujados con una forma larga y los brazos realizando algún movimiento o llevando algún elemento.
La vestimenta que llevaban estas figuras humanas ser percibían como pliegues paralelos y rectos, fueron escasas las veces se podían encontrar pliegues verticales.
Era fundamental que la capa que usaban los personajes en la pintura siempre se observaran con movimiento y recogidos sobre su brazo izquierdo. Por el resto del cuerpo se percibía un lenguaje corporal que representara la majestuosidad, la honestidad y por otra parte, la tranquilidad. En caso de los ojos se podían notar que poseían una mirada fija a la derecha del espectador o de frente, con los ojos abiertos y grandes; en los pies se podían fijar pequeños y con una terminación en punta.
Tocando el tema de las decoraciones que se les hacían a las obras pertenecientes del arte bizantino consistían en prendas de importante valor, asimismo se encontraban numerosas joyas, perlas, guirnaldas (coronas elaboradas con materiales orgánicos, tales como ramas, flores u hojas), por otra parte se podía contemplar el uso de plantas siendo la palmera la más común entre todas.
A los laterales de la obra artística, se podían observar escritos colocados en formas vertical u horizontal por encima del fondo del oro, la cual cumplían con el objetivo de notar el nombre del personaje plasmado, el motivo del porqué se encontraban ilustrados o en algunos casos el nombre de panorama en el que se encuentran ubicados.
Los temas que principalmente se empleaban en la pintura eran religiosos, utilizando como base el antiguo o incluso el nuevo testamento. Cabe destacar que no siempre se notaba el uso de la imagen de Cristo, por otra parte también se mostraban plasmadas escenas religiosas de ángeles y algunos santos.
En las iglesias localizadas en el Oriente era común encontrar imágenes del Pantocrátor (representaciones en pintura de Dios o de su hijo Jesús) rodeado de santos o ángeles ubicados en sitios importantes en la iglesia tal como lo era la basílica o en el interior, siendo más específicos en la cabecera.
Durante el siglo VIII se comienza a observar una gran falta de estilo artístico, otorgando que las pinturas del arte bizantino lleguen a su apogeo, es decir, a su máximo grado de perfección durante todo su trayecto hacia el siglo XIII causando una escasez de expresión por parte de las pinturas artísticas, de igual manera por la redundancia de rigidez que se les concedía.
Al llegar al siglo XIV durante el imperio de los Paleólogos, ubicada en el antiguo imperio bizantino, estos se vieron interesados en restaurar la majestuosidad al arte bizantino sin embargo el objetivo no fue cumplido con total éxito, causando así la decadencia total hacia los últimos años del silo XVI.
Cabe destacar que al finalizar la decadencia del arte bizantino, los restos de estas obras fueron refugiadas en los monasterios del monte Athos, ubicado en Grecia, cuyo lugar cumplía con otorgar asilo a los restos de los grandes imperios, tales como lo fueron los griegos, rusos, rumanos, serbios, etc.
XII. Arquitectura Bizantina:
Se denomina arquitectura bizantina al estilo arquitectónico que estuvo vigente durante el Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) desde la caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V. La capital del Imperio de Oriente era Constantinopla (Constantinopolis o ciudad de Constantino), cuyo nombre anterior fue Bizancio y, actualmente, Estambul, y ello desde el año 330, momento que otros autores fijan como el inicio de la arquitectura bizantina.
La arquitectura bizantina se inscribe dentro del marco del arte bizantino, y abarca un largo espacio de tiempo, que se inicia en el siglo IV y al que pone fin abruptamente la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos en 1453, ya en el siglo XV. Debido a su dilatada duración en el tiempo, suele dividirse para su estudio en tres períodos diferenciados: un período inicial, un período intermedio y un período final.
Por lo que respecta al marco geográfico en el que se produce el estilo arquitectónico bizantino, éste coincide en líneas generales con la extensión geográfica del Imperio bizantino, con lo que fue cambiante en el tiempo en razón de las circunstancias históricas y políticas de dicho reino a lo largo de los más de diez siglos de vigencia de dicho estilo. Las zonas de mayor presencia de la arquitectura bizantina se corresponden con los territorios de las actuales Turquía y Grecia, sin olvidar Bulgaria, Rumania y amplias partes de Italia, junto con Siria y Palestina.
Como resultado de la expansión del cristianismo entre los pueblos eslavos llevada a cabo a partir del siglo VIII por la Iglesia ortodoxa bizantina, la arquitectura bizantina se extendió por las actuales Ucrania, Rusia y Bielorrusia, pasando algunos de sus elementos arquitectónicos (como por ejemplo las cúpulas abulbadas) a convertirse en una seña de identidad de las iglesias ortodoxas, que han sido mantenidas hasta la actualidad.
Por otro lado, el arte bizantino fue un arte de tipo oficial, en función de las relaciones del poder eclesiástico con el poder civil, que se sustentaba con el apoyo de la Iglesia. Y la propia existencia del Imperio bizantino se vinculó a la expansión de la fe ortodoxa y del arte bizantino.
En razón de las circunstancias históricas y de la propia zona geográfica en que se generó y en la que tuvo presencia, la arquitectura bizantina recibió, sobre una base formada esencialmente por la arquitectura romana, fuertes influencias de otros estilos arquitectónicos, especialmente de estilos procedentes de la zona de Oriente Medio. Por otro lado, además de la ya apuntada influencia en los estilos arquitectónicos de países relacionados con la Iglesia ortodoxa, debe destacarse que desde la zona de Rávena, en Italia, en su extremo occidental de distribución, influyó en la arquitectura carolingia y, a través de ésta, en la arquitectura románica, a la vez que desde el sur de Italia, especialmente en la zona de Sicilia, aportó alguna de sus características a la versión adaptada en la zona de la arquitectura normanda, que era una de las variantes de la arquitectura románica.
Algunas de las características distintivas de la arquitectura bizantina son, además de la forma ya indicada de las cúpulas, el uso del ladrillo como material constructivo en sustitución de la piedra, el uso masivo de los mosaicos como elemento decorativo en sustitución de las esculturas, la mayor elevación de los edificios como resultado del realce de las cúpulas, y el hallazgo de un sistema que permite conjugar el uso constructivo para dichas cúpulas, de un soporte de planta cuadrada, pero que permite el remate mediante un tambor en una cúpula redonda, en muchas ocasiones con prolongación de un alero ondulado.
1. Períodos:
Al principio la arquitectura bizantina no se distinguía de la arquitectura romana (de la que en sus primeros balbuceos constituía únicamente una mera derivación regional, la larga evolución en el tiempo de la misma permitió la emergencia consolidada de un estilo arquitectónico distintivo). Uno de los rasgos más característicos fue el uso del ladrillo para la arquitectura de las iglesias (que sustituyó a la piedra), que era el material constructivo utilizado en su arquitectura romana. La sustitución de las esculturas como elementos decorativos de los edificios por los mosaicos o el realce de las cúpulas. El período abarcado por la arquitectura bizantina puede dividirse en tres subperíodos: un Período inicial (Primera Edad de Oro), un Período intermedio (Segunda Edad de Oro) y un Período Final (Tercera Edad de Oro).
Período de formación: es anterior al siglo VI, en el cual reina el estilo romano, y sobresalen obras de joyería y orfebrería con algunos marfiles.
I Edad de Oro: Comprende desde el siglo VI hasta el siglo XII, en el cual el arte bizantino llega a tener una vida próspera, con variadas obras de escultura que se extienden a casi todas las naciones europeas. Este periodo se divide en tres:
Se denomina arquitectura bizantina al estilo arquitectónico que estuvo vigente durante el Imperio bizantino (Imperio romano de Oriente) desde la caída del Imperio romano de Occidente en el siglo V. La capital del Imperio de Oriente era Constantinopla (Constantinopolis o ciudad de Constantino), cuyo nombre anterior fue Bizancio y, actualmente, Estambul, y ello desde el año 330, momento que otros autores fijan como el inicio de la arquitectura bizantina.
La arquitectura bizantina se inscribe dentro del marco del arte bizantino, y abarca un largo espacio de tiempo, que se inicia en el siglo IV y al que pone fin abruptamente la caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos en 1453, ya en el siglo XV. Debido a su dilatada duración en el tiempo, suele dividirse para su estudio en tres períodos diferenciados: un período inicial, un período intermedio y un período final.
Por lo que respecta al marco geográfico en el que se produce el estilo arquitectónico bizantino, éste coincide en líneas generales con la extensión geográfica del Imperio bizantino, con lo que fue cambiante en el tiempo en razón de las circunstancias históricas y políticas de dicho reino a lo largo de los más de diez siglos de vigencia de dicho estilo. Las zonas de mayor presencia de la arquitectura bizantina se corresponden con los territorios de las actuales Turquía y Grecia, sin olvidar Bulgaria, Rumania y amplias partes de Italia, junto con Siria y Palestina.
Como resultado de la expansión del cristianismo entre los pueblos eslavos llevada a cabo a partir del siglo VIII por la Iglesia ortodoxa bizantina, la arquitectura bizantina se extendió por las actuales Ucrania, Rusia y Bielorrusia, pasando algunos de sus elementos arquitectónicos (como por ejemplo las cúpulas abulbadas) a convertirse en una seña de identidad de las iglesias ortodoxas, que han sido mantenidas hasta la actualidad.
Por otro lado, el arte bizantino fue un arte de tipo oficial, en función de las relaciones del poder eclesiástico con el poder civil, que se sustentaba con el apoyo de la Iglesia. Y la propia existencia del Imperio bizantino se vinculó a la expansión de la fe ortodoxa y del arte bizantino.
En razón de las circunstancias históricas y de la propia zona geográfica en que se generó y en la que tuvo presencia, la arquitectura bizantina recibió, sobre una base formada esencialmente por la arquitectura romana, fuertes influencias de otros estilos arquitectónicos, especialmente de estilos procedentes de la zona de Oriente Medio. Por otro lado, además de la ya apuntada influencia en los estilos arquitectónicos de países relacionados con la Iglesia ortodoxa, debe destacarse que desde la zona de Rávena, en Italia, en su extremo occidental de distribución, influyó en la arquitectura carolingia y, a través de ésta, en la arquitectura románica, a la vez que desde el sur de Italia, especialmente en la zona de Sicilia, aportó alguna de sus características a la versión adaptada en la zona de la arquitectura normanda, que era una de las variantes de la arquitectura románica.
Algunas de las características distintivas de la arquitectura bizantina son, además de la forma ya indicada de las cúpulas, el uso del ladrillo como material constructivo en sustitución de la piedra, el uso masivo de los mosaicos como elemento decorativo en sustitución de las esculturas, la mayor elevación de los edificios como resultado del realce de las cúpulas, y el hallazgo de un sistema que permite conjugar el uso constructivo para dichas cúpulas, de un soporte de planta cuadrada, pero que permite el remate mediante un tambor en una cúpula redonda, en muchas ocasiones con prolongación de un alero ondulado.
1. Períodos:
Al principio la arquitectura bizantina no se distinguía de la arquitectura romana (de la que en sus primeros balbuceos constituía únicamente una mera derivación regional, la larga evolución en el tiempo de la misma permitió la emergencia consolidada de un estilo arquitectónico distintivo). Uno de los rasgos más característicos fue el uso del ladrillo para la arquitectura de las iglesias (que sustituyó a la piedra), que era el material constructivo utilizado en su arquitectura romana. La sustitución de las esculturas como elementos decorativos de los edificios por los mosaicos o el realce de las cúpulas. El período abarcado por la arquitectura bizantina puede dividirse en tres subperíodos: un Período inicial (Primera Edad de Oro), un Período intermedio (Segunda Edad de Oro) y un Período Final (Tercera Edad de Oro).
- Período intermedio (Segunda Edad de Oro): Se caracteriza por la predominancia de las iglesias de planta en cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una cornisa ondulada en la base exterior. Un ejemplo serían:
- Período final (Tercera Edad de Oro): abarca el lapso de tiempo comprendido entre los siglos XIII y XV. En este período predominan las plantas de iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o poligonales. Un ejemplo serían:
2. Características de la arquitectura bizantina:
Mantuvo varios elementos de la arquitectura romana y de la paleocristiana oriental, como los materiales (ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico), arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc.
También aportaron nuevos rasgos como la nueva concepción de los elementos y un gran sentido del espacio, pero su principal aportación ha sido el empleo de la cubierta abovedada (cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula).
Otra aportación fue la decoración de capiteles (un ejemplo sería la de tipo teodosiano que es una herencia romana usada durante el siglo IV), el uso del capitel cúbico de caras planas decorado con relieves planos.
En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada; pero también destacan las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega).
- Evolución estructural: en los primeros tiempos del primer periodo de la arquitectura bizantina, las construcciones de iglesias en Palestina y Siria en la época del emperador Constantino II estaban hechas según dos modelos diferentes de planta del edificio: la planta basilical o axial (Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén) y la planta circular o central (Iglesia octogonal en Antioquía).
Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén
Iglesia octogonal de Israel
- Iglesias de planta central: se supone que las iglesias que tenían una planta central debían de tener una cubierta abovedada, ya que la existencia de una cúpula central era su razón de ser. El espacio central de este tipo de plantas estaba rodeado por un muro grueso en el cual había huecos en la cara inferior (Un ejemplo serían la Iglesia de San Jorge de Salónica (S. V)) o girolas con bóveda de cañón (Un ejemplo sería el Mausoleo de Santa Constanza en Roma (S. IV)). Las aberturas que había en el espacio central conformaban los brazos de una cruz, formando así el sustentamiento de la bóveda central del edificio (Un ejemplo sería el Mausoleo de Gala Placidia en Rávena (S. V) o la Iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla). Los soportes para las bóvedas fueron después aplicados a las iglesias construidas con una planta basilical (Un ejemplo sería la Iglesia de Santa Irene en Constantinopla (Siglo VI))
- Iglesias de cruz griega inscrita en un cuadrado: En la Iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica (siglo VI), sobre una planta cuadriforme se hallaban cinco cúpulas (siendo la cúpula central la de mayor altura). Ninguna otra iglesia construida después del siglo VI podrá competir en grandiosidad con esta obra de Justiniano I, entonces las plantas de las iglesias tenderán a asimilarse a un tipo único. Un área central cubierta por la cúpula quedaba inscrita en un cuadrado: el espacio en cada uno de los laterales identificaba una nave y un transepto.
- Influencias de otros estilos: las influencias de origen oriental eran muy notables, como por ejemplo en la decoración exterior de los muros de las iglesias del siglo XII (sus ladrillos grabados quedaban dispuestos de un modo ornamental inspirado en la escritura cúfica (árabe)); este uso decorativo es de origen oriental, ya que podemos encontrar decoraciones similares en Persia, en la arquitectura medo-persa. Las cúpulas y las bóvedas se recubren externamente con plomo o con tejas de tipo romano (planas). Los quicios de puertas y ventanas eran de mármol. Las superficies interiores de los edificios estaban decorados en sus partes de más altura con mosaicos o frescos y en la parte inferior con revestimientos de losas de mármol.
Capitel bucéfalo del Palacio de Darío
1. La influencia armenia: las luchas por el control de Armenia entre árabes y bizantinos ocasionaron en Armenia la huida de muchos príncipes, nobles y soldados. Las migraciones habrían influenciado la arquitectura bizantina. En los siglos VIII y IX no se daban en Armenia las condiciones para un florecimiento cultural y artístico, pero las fortalezas en las que muchos príncipes armenios se habían refugiado dieron a los arquitectos la posibilidad de adquirir conocimientos para la construcción de iglesias y conventos.
3. Ejemplos destacados:
1. Constantinopla:
Es la capital del Imperio Bizantino y el lugar de residencia de los Emperadores Bizantinos, además es la sede del 'Patriarca de Constantinopla' (Es el patriarca ecuménico de la iglesia ortodoxa).
La ciudad de Constantinopla (la actual Estambul, Turquía), concentra una gran cantidad de templos, iglesias, catedrales pertenecientes a la arquitectura bizantina desde su nacimiento hasta la caída de Constantinopla en 1453 a manos del Imperio otomano.
Algunos ejemplos de estas edificaciones son:
- Iglesia de los Santos Sergio y Baco: es la primera obra de la arquitectura bizantina, data del 1º tercio del siglo VI (527-536). Se trata de un edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro, cubierta mediante una cúpula gallonada sobre ocho pilares. En su momento, se trataba de una de las edificaciones de carácter religioso de mayor importancia en la ciudad de Constantinopla. Actualmente ha sido transformada en mezquita. Las labores de construcción en el edificio fueron ejecutadas con las técnicas arquitectónicas usuales de la época y lugar, usando ladrillos sujetos con capas de mortero. Los muros quedaron reforzados por zunchos formados por pequeños bloques de piedra. Se encuentra cubierto por una cúpula de tambor de 20 m de altura, que reposa sobre ocho columnas. En el interior del edificio se encuentra una columnata de dos alturas, y que contiene una inscripción formada por doce hexámetros griegos consagrada al emperador Justiniano I. Ante el edificio, se encuentran unos pórticos y un vestíbulo.
- Iglesia de Santa Irene: data de la 1º mitad del siglo VI, es una iglesia de planta rectangular con dos cúpulas. Actualmente está destinada a ser un museo. La primera iglesia de Santa Irene fue construida bajo el reinado del emperador Constantino I el Grande en el siglo IV, siendo la primera de las iglesias de la ciudad de Constantinopla. Fue sede del Patriarcado de Constantinopla antes de que fuese construida la iglesia de Santa Sofía. La iglesia de Santa Irene es el ejemplo perfecto para poder ver el paso de las iglesias de planta basilical a una planta de cruz griega inscrita en un cuadrado. Santa Irene es la única de las iglesias de estilo bizantino cuyo atrio original ha llegado hasta la actualidad. La basílica, cubierta por una bóveda y dotada con dos cúpulas, culmina en su lado este con tres grandes ventanas con arco de medio punto abiertas en el ábside. Trás la caída de Constantinopla en 1453, fue utilizada como arsenal por los jenízaros, siendo acondicionada en 1846 como un Museo turco.
Iglesia de Santa Sofía: La obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía, dedicada a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, construida entre los años 532 y 537, siguiendo las órdenes directas del emperador Justiniano I. Está considerada como una de las obras arquitectónicas más bellas y grandiosas del arte universal. Su planta era de un tipo nuevo, llamada basílica cupulada. La cúpula del edificio está superpuesta en la planta de la iglesia, es rectangular. El rectángulo queda dividido en tres naves por unas hileras de columnas, con nártex de acceso y tribunas en las naves laterales.
- Iglesia de los Santos Apóstoles: es una iglesia desaparecida, proyectada como mausoleo de Constantino. Renovada en época de Justiniano I, obra del siglo XI. Ofrecía un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas. Fue construida sobre una colina de la ciudad, pensada para albergar en su interior el cuerpo del emperador Constantino, siendo la más antigua de la Cristiandad en ser consagrada a los Santos Apóstoles. Justiniano y su esposa la reconstruyeron entre los años 536-550, retomando la planta de cruz griega, coronada por una cúpula y siendo decorada más tarde por Justiniano II. La iglesia se convirtió desde muy pronto en la necrópolis imperial, conteniendo así los restos de la mayor parte de los emperadores, distribuidos en dos mausoleos exteriores. El santuario recibió numerosas reliquias: las de los santos apóstoles Andrés, Lucas, Timoteo, Mateo, el primer obispo de Éfeso y los santos Cosme y Damián.
2. Italia:
La península itálica estuvo ampliamente vinculada al Imperio Bizantino que estableció en la ciudad de Rávena la capital de uno de sus exarcados, a la vez que controlaba amplias partes de la península.
- Rávena: Constantinopla no fue el único foco importante en esta primera Edad de Oro de Bizancio. Rávena era una base naval de la Armada romana, la que permitía a la misma el control del Adriático. Las iglesias bizantinas de Rávena presentan dos modelos: uno de inspiración constantinopolitana relacionada con la iglesia de los Santos Sergio y Baco, la iglesia de San Vital (538-547) es de planta octogonal con nave circundante entre los pilares y con una prolongación semicircular en la cabecera, delante del ábside del presbiterio; en los pies tiene un amplio atrio con torres laterales. Las otras iglesias bizantinas de Rávena tienen influencia paleocristiana por su estructura basilical con cubierta plana. Son la Basílica de San Apolinar in Classe y la iglesia de San Apolinar Nuevo, ambas de la primera mitad del siglo V.
- Mausoleo de Gala Placidia: fue erigido por orden de Gala Placidia, la viuda de Constancio III y regente del Imperio romano en nombre de su hijo Valentiniano III. La capilla está levantada sobre planta en cruz griega, tratándose de la primera vez en que este tipo de planta era utilizada en la arquitectura occidental, y se encuentra adyacente a una basílica que posee planta de cruz griega. El aspecto exterior del edificio, resalta el uso del ladrillo con el que se elevaron los muros dotados de arcadas ciegas y de ventanas de escaso tamaño. La cubierta del edificio es a base de tégula (teja romana plana). Sobre la decoración interior del mausoleo, destaca la majestuosa cúpula. La ornamentación de la cúpula es a base de mosaicos, mostrando un cielo azul estrellado presidido por una cruz dorada. Para convertir el espacio cuadrado de la cúpula en el redondo del cielo, aparecen en las esquinas de la cúpula los cuatro evangelistas. Las naves del mausoleo que se entrecruzan en la cúpula poseen una bóveda de cañón.
- Basílica de San Apolinar in Classe: es uno de los principales monumentos de la arquitectura bizantina en Rávena. Su estructura de ladrillo fue erigida por orden del obispo Ursicino. Se localiza al lado de un cementerio cristiano, sobre la cima de un preexistente templo pagano, situado junto al antiguo puerto de Rávena. El exterior tiene una gran fachada, con un ventanal triforio. El nártex que se encuentra a la derecha de la entrada es una adición posterior, como lo es el campanario del siglo IX. El interior tiene 24 columnas de mármol griego, su ábside culmina en un mosaico verde con prados y ovejas. Una gran cruz preside el conjunto. Las paredes laterales están desnudas. Tanto las columnas como los ladrillos utilizados para la construcción son importados desde Bizancio.
- San Apolinar Nuevo: Se construyó sobre el mismo tipo de planta que la de San Apolinar in Classe. Fue construida en época de Teodorico el Grande. La basílica fue construida con tres naves (una principal y dos laterales), posee una apariencia externa a base de ladrillo, con una cubierta con vertiente a dos aguas. En la parte superior de la portada existe, una bífora de mármol sobre la que hay otras dos pequeñas aberturas. La nave central finaliza en un ábside semicircular.
Venecia
- Basílica de San Marcos: es una Basílica del año 1063, con planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas principales sobre tambor, una sobre el crucero y cuatro en los brazos de la cruz. Las obras para su construcción se iniciaron en 1063, sobre una iglesia anterior del siglo IX; las obras finalizaron en el 1093, dando inicio a los trabajos de decoración de su interior. La basílica, considerada como 'una de las muestras arquitectónicas más bellas del arte bizantino'. En su interior, está dotada de tres ábsides en la cabecera (el central es mayor que los laterales); La cúpula es el elemento arquitectónico dominante de la cubierta, considerado como un conjunto de catorce cúpulas diferenciadas entre sí en el tamaño entre ellas. La cubierta cupulada queda soportada con un conjunto de pilares macizos, a lo que se une una red de columnas que soportan la galería superior de la basílica. En la fachada principal existen cinco puertas, con decoraciones similares a las de la arquitectura románica, con columnas sobre las que se apoyan arcos de medio punto. Los tímpanos sobre las puertas presentan decoraciones de épocas y estilos variados. La primera decoración interior de la basílica de San Marcos fue obra de especialistas en mosaicos bizantinos, pero éstos se perdieron durante el incendio que sufrió el monumento en 1106.
Rusia
En esta segunda edad de oro el arte bizantino se extendió a la zona rusa de Armenia (en Kiev se construye la iglesia de Santa Sofía en 1017), siguiendo fielmente el influjo de la arquitectura de Constantinopla se estructuró en forma basilical de cinco naves terminadas en ábsides (en Nóvgorod se levantan las iglesias de San Jorge y de Santa Sofía).
Durante la tercera edad de oro, entre los siglos XIII y XV el arte bizantino se sigue extendiendo por Europa y Rusia, predominando las plantas de iglesias cubiertas mediante cúpulas abultadas sobre tambores circulares o poligonales. A esta etapa corresponden en Grecia la iglesia de Los Santos Apóstoles de Salónica (s. XIV), la iglesia de Mistrá en el Peloponeso y algunos monasterios del monte Athos.
4. La herencia de la arquitectura bizantina
Trás haberse consolidado la ortodoxia y el arte bizantino en las tierras rusas, la caída del Imperio de Constantinopla en 1453 hizo que emergiera el Imperio Ruso como heredero de Bizancio, asumiendo de dicha herencia los elementos básicos del arte bizantino.
Por otro lado, la arquitectura bizantina abrió la puerta en Europa Occidental a la arquitectura románica y gótica. En oriente fue muy importante la influencia de la arquitectura islámica, un claro ejemplo sería:
Mezquita de los Omeyas, Damasco
Planta de la Mezquita de los Omeyas
Cúpula de la Roca, Jerusalén
Planta de la Cúpula de la Roca
Ambos ejemplos destacan en sus decoraciones el trabajo de los artesanos y constructores de mosaicos bizantinos. En Bulgaria, Rusia, Rumanía, Georgia y otros países ortodoxos la arquitectura bizantina siguió en vigor durante mucho más tiempo, dando lugar a diversas escuelas arquitectónicas locales.
En el siglo XIX, paralelamente al renacimiento del arte gótico que dió lugar a la arquitectura neogótica, se desarrolló igualmente una arquitectura neobizantina que inspiró joyas arquitectónicas como la Catedral de Westminster en Londres.
Catedral de Westminster, Londres
Planta de la Catedral de Westminster
En Bristol, entre 1850 y 1880 se generó un estilo conocido como 'Bizantino de Bristol', convertido en popular gracias a los edificios industriales que combinaban elementos bizantinos con otros procedentes del estilo arquitectónico mudéjar. Fue desarrollado a gran escala en Rusia por Konstantin Thon y sus discípulos, quienes proyectaron la Catedral de San Vladimiro en Kiev, la Catedral de San Nicolás en San Petersburgo, la Catedral de Alejandro Nevski en Sofía y el monasterio de Nuevo Athos cerca de Shukhumi.
Catedral de San Vladimiro en Kiev
Catedral de San Nicolás en San Petersburgo
Catedral de Alejandro Nevski en Sofía
Monasterio de Nuevo Athos, cerca de Sukhumi
El mayor proyecto neobizantino del siglo XX fue el Templo de San Sava en Belgrado.
Templo de San Sava en Belgrado
XIII. Escultura bizantina
A la misma vez que se forma la arquitectura bizantina se forma también la escultura, quedando definida a partir del siglo VI. En el siglo V dominaba el estilo romano decadente en Constantinopla, así lo demuestran las dos estatuas del buen pastor y los relieves del gran zócalo en que se apoya el obelisco egipcio colocado por Teodosio el Grande en una plaza de la capital a finales del siglo V.
En otros monumentos de la época se iniciaba ya el gusto bizantino, como lo demuestra el Clípeo votivo de plata o Disco de Teodosio de Madrid que ostenta en bajorrelieves las figuras sedentes del emperador con sus dos hijos y otros cortesanos en pie, data del año 393 de la era cristiana.
Disco de Teodosio
El estilo bizantino en escultura debe considerarse como una derivación y degeneración del romano, bajo la influencia asiática. Le caracteriza cierto amaneramiento, uniformidad y rigidez o falta de naturalidad en las figuras junto con la gravedad, la cual suele consistir en esmaltes, imitaciones de piedras y sartas de perlas, en trazos geométricos y en follaje estilizado o desprovisto de naturalidad. El arte bizantino no tubo muchas esculturas, pero sí mosaicos y relieves sobre marfíl, plata y bronce; no abandonó del todo el uso de camafeos y entalles en piedras finas. En los relieves, como en las pinturas y mosaicos se presentan las figuras mirando de frente.
La importancia de la escultura bizantina radica en la iconografía y su influencia occidental. Antes de la lucha iconoclasta hubo escultura de bulto redondo en el imperio, y de gran belleza, pero después de esta cruenta guerra sólo podemos hablar de escultura de relieve realizada en marfil, que si bien al principio tuvieron un fin cívico-político, posteriormente fue religioso.
1. Períodos históricos:
La escultura bizantina se distingue en la evolución histórica en los siguientes períodos:
- Período Justinianeo: llamado así por tener su comienzo con el emperador Justiniano, llega hasta principios del siglo VIII y señala el apogeo del arte. En él se cultiva la estatuaria y se multiplican los relieves en hermosos dípticos de marfil, arquetas y tapas de libros sagrados o litúrgicos. A él pertenecen algunos sarcófagos de Rávena y preciosos marfiles como los de la cátedra episcopal de San Maximiano. Los dípticos del tesoro de Monza y el díptico consular de la Catedral de Oviedo (S. VI) son algunas de las piezas escultóricas de este periodo.
- Período iconoclasta: abarca siglo y medio a partir del Emperador León el Isáurico hasta Basilio I. En él sufrieron un rudo golpe las artes figurativas cristianas por el furor con que los emperadores bizantinos procedieron contra las imágenes. Pero, en cambio, se diseminaron por Occidente los artistas, contribuyendo a la difusión del arte bizantino en todo el mundo cristiano, especialmente en la corte de Carlomagno en Italia. Un claro ejemplo de las zonas donde no llegó la iconoclastia, en la cual se hacían escenas de corte, es 'Cristo coronando a Romano III y Eudoxia'.
- Período macedonio: iniciado por el Emperador Basilio I, es un periodo de restauración que solo produjo relieves, joyas con camafeos y esmaltes (además de mosaicos y pinturas). Se celebran, sobre todo, el tríptico del crucifijo y la placa de marfil del 'Salvador coronando a Romano IV y Eudoxia' en París y otra placa de marfil con la figura de la Virgen y del niño en Utrecht. También los relieves de bronce con incrustaciones de plata en las puertas de San Marcos de Venecia.
II Edad de Oro: Comprende desde el siglo XII al XV. La escultura bizantina no alcanzará nunca la grandeza que había tenido Roma y ni siquiera recurre al bulto redondo. Probablemente la iconoclastia influyó, pero se refugiaron en pequeños relieves con organizaciones parecidas a las de la cultura pagana. Se hacen sobre todo vírgenes y la representación de Cristo en majestad flanqueado por la Virgen María y por San Juan Bautista. Este periodo exagera en la figura humana los pliegues de los paños y alarga excesivamente su canon escultórico hasta llegar a la altura de once veces la cabeza. Desde el siglo XII se acentúan el amaneramiento y el convencionalismo el cual se hace completo e intolerable después de la caída de Constantinopla, sólo ha perdurado el estilo en los países de la iglesia griega.
En todas las épocas del estilo bizantino se cultivaron con suntuosidad asiática la orfebrería y la joyería en las cuales tiene su parte importante la escultura.
XIV. Música en el Imperio Bizantino:
Llamamos música bizantina a la música de la iglesia ortodoxa griega. Se emparenta con el canto gregoriano al ser monodia vocal sin acompañamiento instrumental y estar organizada en ocho modos oktoíjos.
Se diferencia del canto gregoriano en que es cantada en griego y se acompaña vocalmente con un sonido grave y mantenido llamado ison. Se originó en las primeras comunidades cristianas del desierto del Sinaí. Es conservada en los monasterios ortodoxos griegos y, con diversos estilos, dentro de los núcleos urbanos de las zonas cristianas orientales.
La música bizantina es un sistema musical completo que emplea la rica paleta de gamas melódicas del oriente mediterráneo para valorizar los textos bíblicos e himnográficos que exponen admirablemente la teología de los Padres de la iglesia. El monasterio de Cantauque ejecuta el canto bizantino no con textos griegos sino en francés.
- La saltérica: deriva de un sistema de acentuación griega (tono, apóstrofo...) que ha evolucionado a lo largo de los siglos hacia neumas (signos descriptivos). Situados encima del texto, éstos acentúan musicalmente las sílabas, es decir, les da la entonación y la expresión que les conviene. Los neumas, a diferencia de las notas occidentales puestas sobre el pentagrama, indican simples variaciones de nivel. Las 'notas bizantinas' tienen un valor relativo; no tienen sentido sino en la relación de unas con otras. Se agregan en movimientos melódicos que varían según los modos (cuatro auténticos y cuatro plagales) y los géneros de música. Un claro ejemplo sería el 'Himno de los Querubines'.
- La interpretación: una partitura bizantina debía ser siempre interpretada más allá de la estricta notación, ésta es un simple esqueleto destinado a ser revestido de múltiples vibraciones e impulsos que se transmiten únicamente de maestro a discípulo. Algunos de los más importantes, en este campo, son: Simón Karas y Licurgo Angelópoulus. Por un defecto de transmisión oral, los cantores habían llegado a suprimir poco a poco la interpretación de los neumas: las características de la música bizantina se iban perdiendo y eran reemplazadas por armonizaciones, variaciones de intensidad, expresiones sentimentales, etc.
- El ison: es el único acompañamiento de la música bizantina. Su emplazamiento deriva de la teoría musical puesto que el ison manifiesta y pone de relieve la base del modo en el que se despliega la melodía. Cuando se ejecuta, confiere a esta melodía un color modal preciso. El ison juega un papel irreemplazable. Otras tradiciones musicales monotónicas lo utilizan también.
- Género estijárico o hímnico: para el canto de los estijarios son himnos intercalados en los salmos. Es uno de los momentos fuertes del año litúrgico.
- Género papádico: para los himnos de la divina liturgia (misa). Ilustrado por el himno de los querubines del primer tono. Se canta en la procesión de los Santos Dones (ofertorio).
- Género Poliéleos: debe su nombre al versículo estribillo del salmo 135. Se canta en los maitines de las grandes festividades.
XV. Principales representantes del arte bizantino:
El arte bizantino es una expresión artística que se configuró a partir del siglo IV, fuertemente enraizada en el mundo helenístico y oriental, como continuación del arte paleocristiano. Desde sus primeros momentos, Bizancio se consideró como el continuador político del Imperio Romano.
Historia:
En el año 395 Teodosio dividió entre sus hijos Arcadio y Honorio el Imperio Romano; dejando a Arcadio el Imperio de Oriente. Este hecho va a dar origen al que será el Imperio Bizantino, que tiene como capital Constantinopla. Debido a su privilegiada situación y a la caída del Imperio Romano de occidente en poder de los bárbaros, pronto será la capital cultural por excelencia en el mundo occidental. Así nace el arte bizantino como influencia de los estilos griegos, helenísticos, romanos y orientales.
Desde comienzos del siglo VII se va creando un lenguaje formal artístico propio y diferenciado del que se mantiene en el Imperio de Occidente. Más tarde, en la época de Justiniano I se inicia la primera etapa específicamente bizantina: es la Primera Edad de Oro que comprenden los siglos VI y VII, es la etapa de formación del arte bizantino en sus aspectos formales.
Después del período de la lucha de los iconoclastas, aunque pobre en monumentos, comienza, en torno al año 850, el arte bizantino medio o Segunda Edad de Oro que perdura hasta el año 1204, cuando Constantinopla es conquistada por los cruzados; en esta época esencialmente se consolidan los aspectos formales y espirituales del arte bizantino; es la verdadera etapa creadora y definidora de la estética bizantina. Después del dominio europeo, con la dinastía de los Paleólogos, se da paso a la Tercera Edad de Oro que se centra en el siglo XIV y que finaliza con la toma de Constantinopla en el año 1453. Después, el arte bizantino florece en los países eslavos, Rusia y sureste de Europa, transmitiendo hasta nuestros días a través del Monte Athos. El arte bizantino se dividió en cuatro grandes etapas:
- Primera Edad de Oro Bizantina: 527-726, año en el que aparece la querella iconoclasta. La época dorada de este arte coincide con la época de Justiniano. La querella iconoclasta se prolongó entre los años 726-843 y enfrentó a los iconoclastas contra los iconódulos y fue tan violenta que produjo una crisis artística acentuada, especialmente en el arte figurativo.
- Segunda Edad de Oro Bizantina: 913-1204, momento en que los cruzados destruyen Constantinopla.
- Tercera Edad de Oro Bizantina: 1261-1453, cuando los turcos toman Constantinopla.
Arquitectura Bizantina:
En la Primera Edad de Oro, época de Justiniano I (Siglo VI), se realizan las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período. Del mundo romano y paleocristiano oriental mantuvo varios elementos tales como materiales de ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico, arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc. Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que se destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y sobre todo el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas (triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula). Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decrecientes reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmo divino.
Otra aportación de gran trascendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano es una herencia romana empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano (semejando avisperos); otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligatorio la colocación sobre ellos de un cimacio decorado con diversos motivos y símbolos cristianos.
En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia que se le daba a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los tramos iguales, planta de cruz griega. En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o nártex (de origen paleocristiano) y el presbiterio precedido de iconostasio.
La primera obra cristiana es la Iglesia de San Sergio y San Baco, en Constantinopla; edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro cubierto con una cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave en su entorno. Pero la obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía.
Artes figurativas bizantinas:
La pintura y los mosaicos bizantinos han tenido bastante importancia en la historia de las formas de representación plástica, por lo que han servido de puente a los modelos cristianos orientales hacia Europa, así como a la transmisión de las formas clásicas cuando en Occidente había desaparecido por la acción de los pueblos bárbaros. El arte bizantino ha sido la fuente principal en la fijación de la iconografía occidental.
Escultura bizantina:
La plástica escultórica bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su estética de progresivo alejamiento de las cualidades clásicas: la mayor rigidez, la repetición de modelos estereotipados, la preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto redondo.
Tras la destrucción del período iconoclasta hay una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en la idolatría y por influjo de las nuevas corrientes islámicas desaparece la figura humana en marfil.
Las obras más destacadas son las labores ornamentales de los capiteles con motivos vegetales y animales afrontados como son los de San Vital de Rávena o los Sarcófagos de la misma ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor.
Pero las obras capitales de la escultura bizantina son las pequeñas obras, dípticos y cajas talladas en marfil; destacan el 'Díptico Barberini' del siglo V ó la célebre 'Cátedra del obispo Maximiano' del año 533 tallada sobre placas de marfil.
Mosaico y pintura bizantinos:
El gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte bizantino exigía el revestimiento de los muros de sus templos con mosaicos, no sólo para ocultar la pobreza de los materiales usados sino también como un medio para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial.
De la I Edad de Oro el conjunto más importante es el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos del siglo V: en las iglesias de San Apolinar Nuevo y San Apolinar in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos que representan, en la primera un cortejo procesional encabezado por los reyes magos hacia la madre de Dios; y el la segunda, en el ábside se muestra una visión celeste en la que San Apolinar conduce un rebaño.
La obra maestra del arte musivario es el conjunto de mosaicos de San Vital de Rávena, compuestos hacia al año 547, y en los que se representan varios temas bíblicos. En los laterales del ábside se representa los grupos de Justiniano I y de su esposa Teodora con sus respectivos séquitos.
Terminada la lucha iconoclasta, a mediados del siglo IX es cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su iconografía. Surgirá entonces la II Edad de Oro, que supondrá el apogeo de las artes figurativas, influenciadas por el arte islámico y el naciente arte románico europeo. Las figuras son rígidas y monótonas, pero muy expresivas en su simbolismo, con desprecio de lo natural y siguiendo las leyes espaciales; son alargadas y deshumanizadas.
Los nuevos tipos iconográficos se adaptan simbólicamente a las diferentes partes del templo: el Pantocrátor (Cristo en majestad bendiciendo) en la cúpula, el Tetramorfos (los cuatro evangelistas) en las pechinas, la Virgen en el ábside, los santos y demás temas evangélicos en los muros de las naves. Otros temas muy repetidos son la Déesis (Cristo con la Virgen y San Juan Bautista) y los dedicados a las doce fiestas litúrgicas del año (destacando la Anastasis o Bajada de Cristo al Limbo, el Tránsito de la Virgen o la Visión de Manré, es decir, la aparición de los tres ángeles a Abraham simbolizando la trinidad).
Durante la III Edad de Oro el mosaico continuó en uso hasta el siglo XIII, en esta época se enriquece la iconografía de los ciclos 'marianos' de los santos y evangélicos a la vez que se aprecia una mayor libertad compositiva y un evidente manierismo en las estilizaciones. Una vez destruidos los mosaicos de Constantinopla quedan como únicas referencias los de San Marcos de Venecia, con abundante empleo del dorado que ejercerán una influencia en las obras góticas de Cimabue, Duccio y otros pintores italianos.
La pintura sustituye al mosaico en esta Tercera Era, contando con el precedente de los interesantes conjuntos de iglesias rupestres de Capadocia (Asia menor). Son importantes los talleres rusos de Novgorod y Moscú, donde trabaja Teófanes el griego (fresquista y pintor sobre tabla en el siglo XIV, y en la centuria siguiente se destaca como obra maestra la Virgen de Vladímir (Moscú) y el monje Andrés Rubliov especialmente a través de su icono de la Trinidad, este icono del siglo XV es considerado como el más importante icono bizantino de la escuela rusa, representa a la Trinidad a través de la escena bíblica llamada visión de Manré, es decir tres ángeles que se aparecen al patriarca Abraham. Se caracteriza por el aire melancólico en la que el ángel del centro (con túnica roja) se cree que representa a Cristo con un árbol al fondo; el de la izquierda representa a Dios Padre y el de la derecha al Espíritu Santo. La perspectiva es típica del tipo bizantino, es decir, inversa, abriéndose las líneas conforme se alejan de los ojos del espectador. Algo más tardía son las escuelas veneciana y cretense donde sobresalió Andrea Riccio de Candia, a quien se atribuye la creación del icono de la Virgen del Perpetuo Socorro.
Iglesias rupestres de Capadocia
La pintura de iconos se ha seguido manteniendo durante toda la Edad Moderna, tomando como referencia estética las características de la pintura bizantina clásica, que se impone a las influencias italianas. Las colecciones de iconos más completas se encuentran en la galería Tretiakov de Moscú, en el Museo Puskin de Leningrado, en la Catedral de Sofía de Bulgaria y en el Museo de Iconos 'La Casa Grande' de Madrid. En la Catedral de Cuenca se encuentra el díptico de los déspotas de Epiro, correspondiente a la escuela yugoslava.
Díptico de los déspotas de Epiro
Paralelamente se desarrolla la realización de miniaturas para los códices purpúreos, llamados así por el uso de fondos púrpuras. De la I Época es el Génesis de Viena (siglo V) y los evangeliarios de Rábula y de Rossano (siglo VI). En las etapas siguientes destacaron los salterios, con abundantes representaciones en toda página o en los márgenes llenos de sentido narrativo. Destacan el Menologio de Basilio II (Biblioteca Vaticana) y el Tratado de Cinegética de Oppiano (París).